M. C. Escher fue un destacado grabador holandés durante el siglo XX. Realizó grabados en madera, usó la técnica de la xilografía y el procedimiento de impresión litográfico y con ellos supo crear particulares y originales figuras imaginarias e increíbles. Escher fue un artista de avanzada ya que supo desafiar a la tradicional representación con métodos de dibujo en segunda y tercera dimensión.
Desde temprana edad, Escher, demostraría sus cualidades en el dibujo y su poca predisposición para el estudio en general. Por mandato familiar, en el año 1919, comienza a estudiar arquitectura en la Escuela de Arquitectura y Artes Decorativas de Haarlem, sin embargo, pronto los abandonaría para estudiar dibujo, su gran pasión.
Tras adquirir las técnicas de dibujo básicas desarrolla la técnica de grabado en madera y de inmediato se convierte en un auténtico maestro en la materia.
Entre los años 1922 y 1935 se asienta en Italia donde realizará grabados de paisajes, preeminentemente. También pasearía su arte por Suiza, Bélgica y por España, aunque tenía predilección por la parte sur de Italia.
Entre los años 1922 y 1935 se asienta en Italia donde realizará grabados de paisajes, preeminentemente. También pasearía su arte por Suiza, Bélgica y por España, aunque tenía predilección por la parte sur de Italia.
Aparentemente ha sido su mudanza a la ciudad holandesa de Baarn, un lugar en el cual el clima es mayormente nublado y malo, el motivo por el cual pasó de retratar paisajes a representar aquellos pensamientos que producía su propia mente.
A Escher le gustaba representar lo que le gustaba, lo que pasaba por su cabeza en algún momento determinado y sin dudas allí radica la singularidad y el éxito de su arte. Jamás siguió una corriente o una idea como otros tantos colegas, solo se dejaba llevar por aquello que lo movía y le llamaba la atención.
Como la economía familiar se lo permitió, Escher, pudo vivir sin trabajar hasta mediados del siglo XX y a partir de allí comenzó a vender sus creaciones las cuales le reportarían excelentes ingresos.
Cabe destacarse que asimismo trabajó por encargo y realizó entre otros trabajos sellos, portadas de libros y esculturas.
Fallece en Baarn, a los 74 años, un 27 de marzo del año 1792.
A Escher le gustaba representar lo que le gustaba, lo que pasaba por su cabeza en algún momento determinado y sin dudas allí radica la singularidad y el éxito de su arte. Jamás siguió una corriente o una idea como otros tantos colegas, solo se dejaba llevar por aquello que lo movía y le llamaba la atención.
Como la economía familiar se lo permitió, Escher, pudo vivir sin trabajar hasta mediados del siglo XX y a partir de allí comenzó a vender sus creaciones las cuales le reportarían excelentes ingresos.
Cabe destacarse que asimismo trabajó por encargo y realizó entre otros trabajos sellos, portadas de libros y esculturas.
Fallece en Baarn, a los 74 años, un 27 de marzo del año 1792.
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